La mejora de las condiciones económicas en su adquisición, junto a la llegada de nuevas y atractivas tecnologías, han motivado un gran incremento en el número de equipos y dispositivos tecnológicos que tienen que ser retirados periódicamente de las empresas. Un retirada que debe llevarse a cabo de forma segura, eficiente y cumpliendo con la normativa. Hay que tener en cuenta que, a la importancia de eliminar de forma segura y adecuada los equipos informáticos, se une la normativa obligatoria a cumplir en relación a la salvaguarda de los datos que están almacenados en esas máquinas. Por otra parte, cada vez más organizaciones han empezado a implementar programas respetuosos con el medio ambiente y políticas que fomentan o incluso obligan a un reciclaje y 
a una destrucción adecuada de los desperdicios informáticos, en lugar de tirar este material al cubo de la basura o directamente a vertederos
De esta manera, retirar equipos obsoletos y estropeados, desde infraestructuras de centros de datos hasta sistemas para clientes, pasando por equipos de oficina, se ha convertido en una prioridad en los últimos años. Sin embargo, según revela un reciente estudio llevado a cabo por Iron Mountain Incorporated, multinacional especializada en custodia y gestión de la información, lo cierto es que la mitad de las empresas que tienen políticas formales para la retirada segura de equipos informáticos reconoce importantes fallos a la hora de cumplir la normativa. El documento, basado en 125 respuestas de profesionales de las TI, muestra que las empresas parecen haber hecho importantes avances en sus esfuerzos para la retirada segura de equipos tecnológicos, si bien aún queda mucho por hacer para cumplir con la normativa y garantizar una actividad empresarial eficaz y segura.
Lo cierto es que la mitad de los encuestados afirman que sus empresas tienen políticas formales para la destrucción segura de equipos informáticos, pero también casi la mitad reconoce importantes fallos a la hora de cumplir la normativa. Además, los ejecutivos de TI y empresariales están igualmente preocupados por la capacidad de sus empresas para el desecho de dispositivos digitales, y esa preocupación es importante. No obstante, la realidad es que los encuestados parecen estar más motivados por evitar consecuencias negativas, tales como las multas por no cumplir con la legislación o que los datos caigan en manos equivocadas, que por conseguir resultados positivos de las buenas prácticas. De hecho, señalan que sus estrategias responden principalmente a la necesidad de evitar riesgos tales como la violación de la normativa o la pérdida de datos críticos frente a la consecución de beneficios tangibles como son el ahorro de costes. En vez de ello, los encuestados dicen que los costes son el factor por el que las organizaciones se resisten a implementar programas para la retirada de equipos y para confiar en proveedores externos especializados. Porque lo cierto es que el estudio revela que, pese a que, llegado el momento, la mayoría de los encuestados confían en especialistas que les ayudan a retirar los equipos obsoletos, también incide en que muchos citan los costes y la falta de una necesidad clara a la hora de contratar expertos externos.
La Agencia de Protección Medioambiental de los EE.UU. estima que cada año se crean más de 500 millones de toneladas de basura tecnológica, incluyendo 30 millones de ordenadores. ¿Adónde van a parar todos esos viejos ordenadores, smartphones y dispositivos con datos? Eso depende de una variada gama de métodos aleatorios y caóticos para retirarlos, desde el reciclado y reutilización de los equipos según programas de gobernanza bien diseñados hasta el apilamiento de equipos antiguos en un sótano o en un rincón de un armario donde se guardan cables.
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