Aunque la calidad de vida va mejorando en nuestro país, los españoles han sufrido en el último año un retroceso generalizado en su salud y bienestar. No obstante, en el caso particular del entorno laboral, este aspecto sí mejora ligeramente (gracias, especialmente, a la satisfacción personal, mucho más valorada en nuestro país que la cuestión salarial), según pone de manifiesto la última (cuarta) edición del “Cigna 360 Wellbeing Survey”, estudio llevado a cabo por la multinacional norteamericana de seguros de salud para empresas Cigna tras entrevistar entre febrero y marzo de este año a unos 14.500 trabajadores en 23 países.
La investigación muestra que, en el caso español, y con la excepción mencionada del entorno laboral, que mejora 1,4 puntos respecto al año pasado (se queda en 66 puntos), el resto de categorías consideradas en la misma (salud física, situación familiar, capacidad financiera y contexto social) descienden. En esa línea, el bienestar social es uno de los puntos más afectados. Así, por ejemplo, los españoles afirman que el tiempo que destinan a sus amistades y aficiones es escaso y, de hecho, esta percepción desciende 9 puntos, al pasar de un 65,6 sobre 100 en 2017 a un 56,7 en 2018.
Junto al anterior, además, otros tres aspectos que también han empeorado son los relativos a la salud física, a la situación familiar y a la capacidad financiera. Y en ese sentido, no disponer de tiempo suficiente para hacerse cargo de la salud de los padres o la capacidad de hacer frente a las necesidades financieras de los hijos son los dos principales problemas que marcan la caída del índice de satisfacción del contexto familiar. Mientras, en el caso de la salud física, la calidad de sueño es la que marca la diferencia. Y en lo que respecta a la situación financiera, aunque con un leve descenso, el informe incide en que todas las dimensiones analizadas se mantienen más o menos estables, exceptuando la posibilidad de hacer frente a gastos económicos si, por algún motivo, no fuese posible continuar en activo.
En cualquier caso, lo cierto es que el estrés no es una gran preocupación en España (es uno de los países menos afectados en ese sentido entre los 23 analizados), ya que sólo uno de cada 10 encuestados reconoce que vive con unos niveles de estrés inmanejables. En este sentido, las mujeres son más propensas a sufrirlo, especialmente en el ámbito financiero y familiar. No obstante, este no es un tema que se trate habitualmente en las empresas, ya que alrededor del 60% de los encuestados asegura no disponer de un programa de salud y bienestar en el trabajo, y asimismo tampoco se percibe ayuda profesional al respecto. Además, muy pocos encuestados están dispuestos a buscar apoyo psicológico para lidiar con el estrés, sobre todo en el caso de los “millennials”.
En cuanto a la preparación para la vejez, el informe confirma que estamos bastante menos preparados que el resto, pues solo la mitad de los consultados dice estar listo para mantener una vida social activa en estos años, y apenas uno de cada 3 cree que será capaz de hacerse cargo de su familia y del incremento del coste médico que supone el hacerse mayor. Eso sí, uno de cada 5 tiene miedo al aislamiento, mientras que un número similar de personas prevé la posibilidad de necesitar algún tipo de asistencia. Al mismo tiempo, el 25% de los encuestados creen que al llegar a la vejez estarán solos sin nadie que los cuide, un dato muy similar a la media global.
Y en lo relativo a la sanidad, en términos generales, los españoles apuestan por la sanidad pública y desde luego somos el país con mayor dependencia en este aspecto en la escala global. No obstante, uno de cada 8 españoles disfruta ya, o tiene previsto contratar, de un seguro médico para cubrir un posible incremento de sus costes médicos.