El informe «Transformación Digital: Visión y Propuesta de AMETIC» (Asociación Multisectorial de Empresas de la Electrónica, las Tecnologías de la Información y Comunicación, de las Telecomunicaciones y de los Contenidos Digitales) expone la perspectiva de este sector sobre la necesidad y conveniencia de progresar aceleradamente en la transformación digital española en los ámbitos de las empresas, la Administración Pública y los ciudadanos «para la mejora de la competitividad española en un mundo globalizado. 
Dichos ámbitos interactúan entre sí y refuerzan su efecto, generando demanda de productos y servicios digitales de las empresas españolas.
Lo cierto es que el estudio subraya, asimismo, la necesidad de que España mejore su posición en los índices internacionales que clasifican a los países por su nivel de digitalización, ya que estamos muy por debajo del peso real de nuestra economía. Y es que España, que es la economía número 14 del mundo, según el NRI 2016 (Network Readiness Index del World Economic Forum), ocupa sin embargo el puesto 35 en digitalización (el 43 en el caso del nivel de digitalización de las empresas), al margen de que destaca negativamente en cuanto a formación tecnológica de sus empleados. Y en comparación a la Unión Europea, según el DESI (Digital Economy and Society Index), figuramos en el puesto 15 entre los 28 países de la zona, con un nivel de digitalización por debajo de la media de la UE. Aflora aquí de nuevo la debilidad en materia de formación digital: hasta un 46% de los ciudadanos carecen de competencias digitales básicas.
“Transformación Digital: Visión y Propuesta de AMETIC» señala que la digitalización de Europa, que actualmente sólo está al 12% de su potencial, aportaría 2,5 billones de euros a la economía para 2025, lo que representaría un 10% sobre las previsiones de crecimiento actuales y reduciría los costes de la Administración Pública un 20%, a la vez que incrementaría la productividad de la industria hasta en un 20%.
En cualquier caso, apunta que “la transformación digital, más allá de limitarse a incorporar las nuevas tecnologías a los procesos de organizaciones y personas, supone un cambio cultural y una renovación completa de nuestra forma de trabajar y relacionarnos para adaptarnos a esta revolución. Y para poder alcanzarlo, se hace necesario concienciar a los gobiernos, las administraciones, los sectores productivos y el público en general de que debemos realizar un gran esfuerzo de mejora, sobre todo si tenemos en cuenta que desarrollar una verdadera economía digital será la base que permita garantizar nuestra competitividad y nuestro bienestar en un futuro próximo. La transformación digital ya no es una estrategia de futuro, sino que ofrece una ventaja competitiva que puede no ser sólo conveniente sino imprescindible para la supervivencia de nuestro tejido empresarial y nuestro desarrollo social”.
De hecho, aunque no olvida las barreras existentes para esa transformación, el documento de AMETIC analiza los beneficios derivados de la misma, que no se limitan al punto de vista cuantitativo, vinculados al ahorro de costes y que puede suponer y el aumento de ingresos procedente de la ampliación del catálogo de soluciones o la personalización del servicio al cliente. Y es que los beneficios cualitativos no son menos importantes y tienen que ver con la satisfacción de empleados y clientes, la mejora del prestigio de una organización o la ayuda en la toma de decisiones basada en datos. Además, frente a ciertas opiniones que ven en la digitalización un riesgo para el empleo, AMETIC considera que en esta revolución digital se encuentra la clave de nuestra prosperidad a corto y medio plazo, con una gran aportación a la riqueza del país y a la generación de puestos de trabajo.
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