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Papel decisivo de las empresas privadas en la mejora del entorno social

Por   /   15 diciembre, 2016  /   Sin Comentarios

Para los directivos españoles, las empresas privadas constituyen actores decisivos frente a los desafíos que presenta el actual entorno social, con retos tan relevantes como el desempleo, la pérdida de capacidad adquisitiva de los hogares o el riesgo de pobreza. En concreto, de esta manera se manifiesta nada menos que el 77% de los dirigentes consultados por la Fundación PwC y la Fundación SERES en el informe “La empresa ante los nuevos retos sociales”.

El estudio, basado en un análisis de 70 acciones empresariales con impacto social y de una encuesta a 330 directivos, además de entrevistas personales a 16 presidentes, ejecutivos y expertos en el mundo social y académico, pone de manifiesto, no obstante, que, por encima de las empresas privadas, una mayoría bastante superior (96%) entiende que son las administraciones públicas las encargadas de desempeñar un papel importante frente a los citados retos sociales. Cuidado del entorno social, de PixabayPor su parte, un 66% de los consultados también opina que las ONGs tienen que jugar un rol decisivo, un 57% dan también ese papel a los accionistas e inversores y un 47% lo asignan asimismo a las pymes.

En cualquier caso, en lo que al ámbito empresarial de actuación, el documento incide además en que la empresa realmente responsable debe generar valor para todos los grupos de interés fortaleciendo el éxito empresarial en el largo plazo contribuyendo al mismo tiempo a la mejora de la sociedad. Para ello, las empresas, deben identificar en primer lugar los grupos de atención prioritarios. Y en ese sentido, la mayoría de los directivos encuestados en este estudio considera que las acciones deben centrarse en los jóvenes menores de 25 años, los parados mayores de 45 años, los parados de larga duración y las familias en condición o riesgo de pobreza.

Y la forma más eficaz de llevar a cabo las acciones dirigidas a estos grupos de atención es, en primera instancia, a través de la propia actividad de la empresa (opinión del 77%) y, en segundo lugar, mediante el impulso de proyectos sociales, tanto propios (12%) como los ya existentes en las organizaciones del tercer sector (11%).

En esos objetivos, el ámbito prioritario de actuación de la empresa ante los colectivos más vulnerables debe ser, fundamentalmente, el de recursos humanos (señalado por el 48% de los consultados), aunque también la gestión de clientes y proveedores (10%), la política de inversiones (10%) y el desarrollo de productos y servicios (9%). Y dentro de la principal (recursos humanos), las actuaciones deben pasar sobre todo por: inclusión de colectivos en riesgos de exclusión social (apuntada por un 30%), medidas que garanticen el desarrollo profesional de los trabajadores (24%), justas políticas retributivas en la compañía (17%), política de conciliación (14%) y política de inclusión para personas con discapacidad (5%).

Sin embargo, lo cierto es que también los directivos identifican una serie de barreras a la hora de desarrollar acciones sociales desde sus empresas, siendo las principales de dos tipos. Por un lado, es necesario un cambio en la mentalidad para diseñar en la visión empresarial a largo plazo que incorpore consideraciones sociales además del propio negocio (opinión del 49% de consultados). Por otra parte, esta nueva visión debe materializarse en la definición de una estrategia dotada de los recursos necesarios (económicos, materiales y humanos), reconocimiento de un 36%. Pero también se advierte la inexistencia de una política y estrategia definidas de responsabilidad social corporativa (36%) y asimismo la actual falta de compromiso de la alta dirección (33%). Resulta interesante, en cualquier caso, que solo una minoría (14%) considera necesario elevar el nivel de compromiso e interés de los empleados: al contrario, a menudo son ellos quienes demandan a la empresa un mayor papel en la mejora de la sociedad. Y, por otro lado, tampoco son muchos (8%) los que ven un obstáculo en la normativa actual.

Pero lo cierto es que, para afrontar todo este entorno, es preciso un nuevo marco de actuación empresarial y un nuevo modelo basado en la aportación de valor y el intercambio de conocimiento, capacidades y recursos. Junto a lo anterior, la complejidad del entorno requiere que los principales actores (administraciones públicas, empresas, organizaciones del tercer sector, etc.) aúnen fuerzas y generen sinergias, asegurando una respuesta coordinada a los retos sociales. Y eso sí, la empresa deberá evolucionar desde un enfoque global hacia un modelo de respuesta más individual, con una aproximación a las necesidades reales de cada persona.

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